miércoles, 7 de enero de 2015

CANTO Y ELEGÍA PARA UNA NOCHE DE REYES







La tarde de invierno se llena de pasos
bajo las luces navideñas de las calles.
De un momento a otro las carrozas
de ilusión y esperanza pasarán
ante los ojos de los niños 
que de pronto se volverán más cándidos
para que los Reyes cumplan sus deseos.
Y perdonarán los disfraces 
de ángeles y dragones
y las orejas puntiagudas de los duendes
y las barbas"antiguas" que duermen en los armarios...
Y se dejarán adornar con los cofetis
que caen de un cielo mágico...

Pasadas unas horas, en las calles
donde ha vivido sólo la alegría
habrá un silencio ansioso, desatado
por la miel de la espera.

¿ Dónde la bebida para los dromedarios
y el zapato en el balcón?
¿La muñeca que cerraba los ojos
y la pelota Gaviota? ¡Pura historia!

Ya no son estos niños los de ayer.
La tablet y los juegos electrónicos
codician su manejo.
Ya no juegan en las plazas de su infancia,
buscan la soledad de su portátil
y contactos en Internet
para quemar su edad antes de tiempo.


La vida es más adulta y más severa.
Y los chavales crecen
como bonsáis, apenas sin raíces.

Hoy, a la hora del roscón de Reyes,
miraré a mis nietos, todavía muy niños,
todavía inocentes, y recordaré con ellos
aquel caballo de cartón de mi infancia
que me hacía creer en la magia del juego.

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