sábado, 27 de diciembre de 2014

CANTOS Y ELEGÍAS DE INVIERNO (1)





PRIMER CANTO

Despuės de todo,
una fiesta familiar en estos días
nos reconforta siempre
y nos hace vivir en consonancia
con nuestro tiempo antiguo,
el que vive en ayer,
en la casa del juego y el cariño
de madre.
En suma, paz vivida
con la sangre común,
la savia repetida de aquel árbol
que sostuvo la vida bien arriba,
junto a la luz del aire castellano.
Y canto sin cesar lo que he perdido
en la tierra pisada desde entonces,
por puentes y arboledas,
aceñas e institutos.
Canto la memoria que me dicta
canciones y saludos siempre jóvenes,
figuras de belén y mazapanes
que besan horizontes
y noches junto al fuego.
Porque después de todo,
las fiestas familiares nos aniñan
y nos devuelven el tiempo que murió
por caminos de adioses y de sombras.










PRIMERA ELEGÍA

He vivido unos días del invierno,
y no ha ocurrido nada,
salvo el saber que soy algo más viejo.
Y eso lo nota el alma,
y eso lo nota el cuerpo
en su meseta ajada,
en las noches de luces bajo el viento
que adornan las calzadas
y en los temblores de los labios secos
al callar las palabras.
Nada alivian los villancicos viejos
ni la mesa que aguarda
a que lleguen a cenar nuestros recuerdos,
cuando no ocurre nada,
salvo el saber que pasa raudo el tiempo
y nos llena de escarcha.




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